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Troyans (1993)

  Madrid es uno de los paraísos del sexo vicioso y lleno de morbo, hay locales para todo tipo de gustos y los que más me han gustado siempre han sido los de sexo duro o los que tienen noches temáticas y se forman orgías cojonudas. Hace ya bastantes años había un garito, Troyans, donde las fiestas de los domingos eran apoteósicas. Eran fiestas de todos en bolas donde el local estaba casi a oscuras y los encuentros se realizaban en cualquier parte. Llegué temprano ese domingo cuando aún no había demasiada gente, sólo llevaba mis botas y las ganas. La verdad es que fue ver a un par de tío morreando y empalmar como un burro. Había un tipo mayor que no dejaba de mirarme y hacerme gestos, me acerqué a él y cogí su polla mientras apretaba uno de sus pezones, el tío gimió y se lanzó sobre mi boca a morrear. Mientras morreábamos sentí como alguien mordisqueaba mi espalda y bajaba con su lengua recorriendo con destreza mi piel hasta llegar a mis nalgas, me apretó el culo fuerte y separando los

El gran viaje: Nueva York IV - The Anvil

Descubrí que en Nueva York había un paraíso para los adictos al sexo como yo, Greg se encargó de descubrírmelo. Me llevó en varias ocasiones a un club llamado The Anvil, un lugar orientado al público gay donde predominaban Drag Queens y jóvenes desnudos, pero donde no faltaban famosos de la noche neoyorkina. Un sitio donde era fácil pasar los límites y donde el placer y el vicio estaban en todos los rincones. Allí me hicieron todo tipo de propuestas y todo porque en una ocasión acabé follando a una Drag que cantaba en el local, y lo hice encima de una especia de escenario que había, a nuestro lado había un tipo haciendo un fisting a otro, todo era vicio, la gente no dejaba de mirar, e incluso,  algunos se acercaban y se liaban a nuestro alrededor. La verdad es que esa noche iba algo pasado y fui una bestia insaciable de sexo y lujuria, una lujuria que contagié a bastantes de los que estaban allí. También hice mis pinitos en los cuartos oscuros del local donde mi polla siempre era bien

El gran viaje: Nueva York III

Fueron unos días intensos los que estuve junto a Charles y Ann, aprendí bastante de ellos y fue una pena cuando me despedí, pero la semana había llegado a su fin. Tenía yo el teléfono de Greg, un neoyorkino de color de unos 50 años que era ex militar y que también conocí en Sevilla gracias a que cuando estuvo destinado en Rota coincidimos en una orgía en el Puerto de Santa María donde congeniamos y trabamos amistad, una amistad que se vio refrendada por varios encuentros más. Era divorciado, bisexual como yo   y me acogió en su pequeño apartamento donde recordamos que   nos compenetrábamos muy bien en el sexo, de hecho había congeniado también de manera sobresaliente con Ann y Charles, a los que les había presentado y con los que nos montamos una orgía de campeonato donde la estrella fue Ann a la que nos dedicamos los tres de manera brutal. Greg tenía un pollón de dimensiones fuera de lo normal, larga y gorda, más de 25 cm que tanto el culo como el coño de Ann se tragaron ante la mir

El gran viaje: Nueva York II

Tras la cena aún duraba el jet lag y la verdad es que estaba bastante cansado al igual que mis amigos, así que nos fuimos a casa. Tomé una nueva ducha y tras cepillarme los dientes me fui a la cama donde me acosté desnudo y caí rendido. Me desperté cuando eran las tres de la mañana, debía ser el maldito jet lag. Fui a mear y vi que la habitación de Ann y Charles estaba abierta y ambos estaban dormidos desnudos con la ventana abierta. La imagen aún la tengo grabada en mi memoria, me excité al verlos allí, especialmente mirando a Ann, aunque la polla de Charles, estaba empalmada, era una tentación acercarme a comérsela, así que me acerqué a la cama y sin hacer ruido me puse a comerle el capullo a Charles, era un placer hacerlo mientras él dormía. Como no podía ser de otra manera él se despertó y tras verme me cogió y nos fuimos a mi dormitorio dejando a Ann sola y desnuda en la cama. Nos tumbamos los dos morreando y sintiendo el roce de nuestras pieles ardientes y lascivas. Sus manos n

El gran viaje: Nueva York I

Veinte años tenía cuando me surgió la oportunidad de viajar a Estados Unidos, y más concretamente a Nueva York. Gracias a un matrimonio norteamericano de unos 60 años, Charles y Ann, a los que había conocido y con los que había realizado varios tríos. Los conocí durante una feria de Sevilla, fue bastante curioso pues era ya bastante tarde e iba algo pasadillo de fino, así que casi ni recuerdo como acabé en su hotel follándolos a ambos: lo que sí recuerdo es que pasé con ellos toda la feria follando sin parar, eran insaciables y yo un semental con esa edad, con erecciones duraderas y brutalmente duras, así que se encontraron el hambre y las ganas de comer. Su invitación la acepté de inmediato, ya que además de ofrecerme vivir con ellos unos días, máximo una semana pues vendrían sus hijos de la universidad y no querían que estuviese allí cuando llegasen,  lo pasaría bien. Tenía algo ahorrado así que me gasté casi todo en un billete de ida y vuelta, esta última sin fecha, pendiente de c

Swingers costasoleños (1990)

Durante los años 90, estaba de lleno implicado en las relaciones a tres, gracias a las revistas de contactos como Clima, Lib o Gente Libre. A través de esta última conocí a un matrimonio de la Costa del Sol. Eran Juan y Conchi, nos intercambiamos varias cartas y fotos que me había hecho con una polaroid. Ambos estaban en la cuarentena y eran bisexuales, yo por mi parte tenía 24 años, estaba hecho un mulo gracias a mis entrenamientos de balonmano, por lo que fue fácil que se fijaran en mí, además de en mi gruesa herramienta. Juan era alto, muy atractivo y de piel morena, ella era más bajita, algo metida en carnes, rubia de ojos claros y muy apetecible. Quedamos un fin de semana que me desplazaría a su casa costasoleña. Llegué a la parada de autobuses y Juan me estaba esperando, nos saludamos y durante el camino a su casa me comentó que quería saber si yo era bisexual de verdad o sólo lo decía para poder follarme a su mujer, la verdad es que fue muy directo por lo que me pilló de improvi

Los americanos I (1987)

Durante la Feria de Sevilla de 1987 conocí, gracias a un amigo americano que jugaba en mi equipo, a varios militares de la base aérea de Morón de la Frontera, en Sevilla, donde su hermano estaba destinado. Dos de los que conocí fueron Bill y Steven, el primero era neoyorkino, afroamericano y medía casi 2 metros de altura. El tío estaba cuadrado. El otro era Steven, californiano, rubio, alto como yo, delgado y pecoso. Había nacido en San Diego, pero se había criado en San Francisco. Eran al menos las tres de la madrugada del jueves y habíamos estado bebiendo desde muy temprano. Tanto Bill como yo estábamos algo pedo, no parábamos de reírnos y de pasarlo bien mientras que Steven no parecía disfrutar de la feria o la bebida le había dejado apagado, por lo que Bill tras hablar con él me preguntó si conocía algún sitio donde pudieran pasar la noche ya que no estaban en condiciones de conducir. Yo en aquel momento estaba en un piso compartido, pero mis compañeros se habían marchado durante l